• Estamos en el Borde – Caroline Lamarche

    Nos encontramos en el borde de dos mundos, en un lugar en el que se cruzan y conviven animales semisalvajes y humanos desorientados. Cada cual intenta acercarse al otro, pero no sabemos quién busca protección, si la bestia o el humano.
    ¿De qué vuelo accidentado es símbolo la pata Frufrú? ¿Puede un caballo llamado Embuste alejar a una niña del mundo embustero de los adultos? ¿Cómo se desprenden una rata, una ardilla o un erizo de la locura, del luto o simplemente del tedio? ¿Qué será del sofisticado nido de unas hormigas tras el paso de unos despreocupados caminantes? ¿Pueden ser un gato callejero o una mariposa a punto de morir mensajeros del amor? En la cima de un árbol debilitado por los cambios del clima, ¿qué indica el canto obstinado de Merlín? Tantas existencias amenazadas, pero libres a su manera. Tantas alianzas discretas, siempre en vilo.
    Caroline Lamarche nos habla, con una admirable sencillez narrativa, de la interdependencia entre todas las criaturas vivientes. La crudeza poética de su escritura nos coloca, en definitiva, frente al mundo en que vivimos: una existencia al borde del abismo.
    PREMIO GONCOURT DE RELATO 2019

  • Mestiza – Maria Campbell

    Esta es la historia de una mujer tenaz, de la relación con su identidad, que ama y aborrece, y es también el conmovedor retrato de un pueblo resiliente.

  • Una Familia en Bruselas – Chantal Akerman

    En un apartamento de Bruselas, frente a la parada del tranvía, hay una mujer que acaba de perder a su marido. No tiene apetito. Fuma en el baño. Sus hijas viven lejos. A menudo habla por teléfono. Hace tiempo, el amor de sus seres queridos le calentaba los huesos.

    Este es el monólogo crudo y dulce de una mujer herida —la madre de Chantal Akerman, figura clave en la vida y la obra de la autora, quien salió viva de Auschwitz con quince años—. Un murmullo atropellado en el que se dice todo aun cuando parece no decirse nada. Las frases se hilvanan y la narración de la madre se vuelve la de su hija, como si esta se hallase cosida a su progenitora.

    “Una familia en Bruselas” es un relato sobre el duelo, la soledad, la memoria. Chantal Akerman, pionera del cine experimental y feminista europeo, hace aquí, como en sus películas, un elogio a lo cotidiano en el que lo dramático y lo mundano se confunden. Porque, como recuerda la autora, «No hay nada que decir, decía mi madre, y es sobre esa nada sobre la que yo trabajo».

    El texto, que recuerda por su estilo obsesivo a “El amante” de Marguerite Duras, trasciende la experiencia personal en favor de una honda reflexión sobre la pérdida y la unidad familiar.

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